viernes, 27 de mayo de 2011

LA VANGUARDIA EN GALICIA

Quizá el colectivo de artistas gallegos más fecundo es aquel que se relaciona, directamente, con las vanguardias. Un grupo de artistas, nacidos a finales del siglo XIX o a principios del siglo XX, que dirigen su mirada no sólo a lo que se está haciendo en Galicia, ni exclusivamente a lo que se está produciendo en España, sino que buscan empaparse del Arte y la intelectualidad internacional. Ponen la vista y la mente en las innovaciones que tras el impresionismo y posimpresionismo trajeron consigo las vanguardias. Es decir, buscan en la creación que emana de París, una ciudad que desde el siglo XIX constituye la capital del arte hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Sin embargo, ¿se puede hablar de vanguardia gallega? ¿Existen unos rasgos definidores de los artistas renovadores surgidos de nuestra tierra? La efervescencia creativa, en la primera mitad del siglo XX, de una serie de artistas gallegos, esparcidos por todo el mundo y que muestran especial interés por las novedades plásticas más allá de su tierra natal, por Europa y América, parecen poner de manifiesto la existencia de una vanguardia en Galicia. Además, a la segunda cuestión se debe responder que, efectivamente, existen unas características comunes a todos los autores debido a que todos y cada uno de ellos están influidos por la vanguardia internacional.
Muchos de ellos reciben la influencia del arte de finales del siglo XIX y  del posimpresionismo y lo plasman en sus lienzos. La obra de Arturo Souto está empapada de Toulousse-Lautrec o de Bonnard; Colmeiro bebe, premeditadamente, del precubismo de Cézanne; la factura sinuosa del dibujo de Fernández Mazas es heredera del modernismo y la pincelada enérgica y nerviosa de Van Gogh  está presente en la obra de Manuel Pesqueira.
La gran mayoría de estos artistas recibieron becas de las diputaciones que contribuyeron a consolidar su formación. Entre otros Maside, Torres, Souto o Laxeiro gozarían de becas que les permitirían ampliar sus conocimientos artísticos en París, Madrid y otras ciudades.
La pintura gallega de vanguardia se caracteriza por cierto historicismo, que bebe de los modos formales del pasado, pero reinterpretados. Laxeiro parte, concretamente, de una visión barroca e, incluso, románica; en el barroco también se apoya el ribadense Benito Prieto Coussent, en cuyos lienzos recupera la tradición naturalista de la escuela española; Arturo Souto se muestra avezado para recrear a Goya y hacerlo suyo y Urbano Lugrís nos remite al quattrocento de Botticelli con sus paisajes oníricos.
Los temas costumbristas, a través de estos renovadores de la plástica gallega, adquieren una nueva dimensión. No son pocos los que reflejaron el ambiente típico de su tierra: Colmeiro con sus ferias de color posimpresionista y planimetría cubista, Urbano Lugrís en sus fiestas neogóticas de aliento surreal, Laxeiro en sus carnavales de abigarramiento escultórico románico, Seoane con las esquemáticas gallegas coloreadas con tintas planas o Palmeiro en sus paisajes a caballo entre el fovismo y el posimpresionismo.
La gran mayoría de los artistas de la vanguardia gallega viajaron al extranjero y en sus lienzos plasman las enseñanzas adquiridas en sus viajes. El arte gallego de vanguardia posee un carácter internacional. Arturo Souto viajó a París y se establecería, en el exilio, en México dando a conocer su obra por toda América, de Nueva York a La Habana, y parte de Europa. Colmeiro sería el más importante de los artistas gallegos en la Escuela de París y establecería contacto con Luis Seoane en Buenos Aires. Este último también se relacionaría en la ciudad porteña con Maruja Mallo o Federico Ribas. Laxeiro y Frau también pasarían una temporada en Sudamérica durante el franquismo. Maside, Torres, Fernández Mazas o Palmeiro serían otros de los artistas que viajaron a París para comprobar de primera mano el hervidero intelectual que era aquella ciudad.
Con la excepción de la considerable influencia del cubismo, los artistas gallegos de vanguardia se inclinaron más por los movimientos expresivos que por los constructivos. Urbano Lugrís y, sobre todo, los hermanos Granell, Eugenio y Mario, se aproximarían al movimiento surrealista, Arturo Souto se dejaría seducir por el fovismo y la pintura metafísica de Giorgio De Chirico, Maside muestra angulosidades que recuerdan, cuando no anticipan, el expresionismo y José Frau nos mostraría paisajes esenciales de intensidad fovista. Todo ello, como ya se ha señalado, matizado por el cubismo picassiano.
La vanguardia gallega es una realidad. Constituyen los cimientos que sostienen la pintura que vino después en Galicia. Y no sólo eso. Son mucho más. Son el espejo en el que se miran los jóvenes artistas de nuestra tierra para crear a partir, desde hace ya algún tiempo, de unos referentes atemporales, inmortales y eternos.


La Vanguardia gallega en la galería José Lorenzo.

Los fondos de la galería de arte contemporáneo José Lorenzo gozan de una importante colección de obra de vanguardia gallega. Desde la galería siempre se ha apostado por el arte gallego de calidad, de todas las épocas. Es por ello, por la eclosión de talentos que ha supuesto la vanguardia gallega, que estamos especializados en ese período. Obras de, entre otros, Maside, Colmeiro, Torres, Seoane, Laxeiro, Fernández Mazas, Urbano Lugrís o Palmeiro han tenido, tienen y tendrán en nuestras salas de exposiciones su espacio. Actualmente, en la plaza del Toural, se puede visitar la exposición de uno de los grandes nombres de la vanguardia gallega y, por qué no reivindicarlo, de toda la vanguardia internacional: Arturo Souto.